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Apología a los maestros


Pizarra y escritorio

Por Cristian Pérez Hernández

cristiper16@hotmail.com


Dedicado a quienes han contado con el apoyo de una Maestro.


La historia del maestro emerge al lado de la historia del hombre, sin duda existe alguna relación entre ambos (maestro –Hombre), pero seguramente el hombre que se hace maestro rompe inmediatamente con paradigmas mortales. No puede ser hombre común aquel que entrega, brinda, proporciona su saber a otro ser; no hablo de Dioses ni mesías, tampoco de culebreros, brujos o médiums; estoy hablando de un ser, un sujeto que para algunas personas es valioso, para otras prescindibles y para muchos verdugo, pero que para él todas las personas, sin discriminación alguna, son su objetivo, la educación de las mismas su propósito y la buena convivencia su fin.

Tanto el maestro de Pre-escolar, Básica, Media, la academia, tienen como objetivo permitir que sus estudiantes desaprendan lo que las sociedad ha incorporado en sus cabezas, es necesario borrar expresiones de lo cultural que afectan al hombre pues éste “nace bueno y la sociedad lo corrompe”, como lo propuso Rousseau.

Un logro del maestro está en entrar y salir de las dinámicas sociales que gestan los seres humanos para analizarlas y estudiarlas, la reflexión es el poder, el arma, la máquina que lo transporta de las márgenes a los umbrales de las construcciones cotidianas que elabora el hombre la mayoría de veces con fines destructivos; ésta práctica de sumergirse y emerger constante le permite entender el mundo, apropiarse del mismo y proponer estrategias para mejorarlo.

Son profesores, maestros, docentes, aquellos que estudian la forma de generar revoluciones cognitivas, guerras intelectuales, utilizando teorías por armas, palabras por balas, reflexiones por fronteras y acciones como banderas blancas de PAZ, porque en su formación han logrado entender “que la guerra es la paz del futuro”.

No todos son maestros, si, es cierto que nuestros padres, familiares y amigos nos formaron, nos educaron, nos enseñaron y les aprendimos, es cierto que enseñamos a un sobrino, a un primo las vocales, a saltar, a correr rápidamente, pero el logro no está simplemente en enseñar, el logro lo encontramos en “enseñar todo a todos” como planteó Comenio.

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