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Entrevista a Inty Maleywa: una mujer diademada con flores de guayacán*



Por Francisco López**


Supe de Inty Maleywa a través de un videoclip de la Alianza de Medios Alternativos en 2017. Allí dijo que su nombre lo había construido juntando dos palabras de los idiomas quechua y wayuu, respectivamente. Significan: “Lucha por la vida”. Ella es artista y excombatiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP). El 28 de octubre de 2018 estuvo con su obra “Desenterrando memorias” en el municipio de Bello (Antioquia): allí le hice la siguiente entrevista con preguntas que diseñé recordando al poeta Javier Naranjo y sus talleres de “Preguntas de la tristeza a la alegría” que realiza a niños y niñas. Y, tal vez no me equivoqué, porque en sus ojos vi la suerte de inocencia de la que hablara Jesús Lizano cuando dice: “como un niño / todo lo he ido transformando en sueños”. Ella es Maleywa, una mujer que camina entre gigantes. Su obra: memoria viva.


Francisco: Bueno Inty, yo creo que no sobra decir las razones de esta entrevista de parte de una Revista que no es meramente de carácter político, pero que es una Revista hecha por maestros con una apuesta literaria y eso tiene una dimensión política, porque la práctica docente es una práctica política y, todo lo que haga un maestro es una acción política también. Entonces, yo he tenido una preocupación por la historia de nuestro país y soy una persona con un pensamiento de izquierdas y siento afinidad por algunas de las banderas que defendías luchando por las transformaciones sociales


Inty: Y que sigo defendiendo…


F: Que sigues defendiendo, sí, con o sin armas, esas banderas no han caído. Eso le da más fuerza a esta entrevista, siento que es muy importante tu voz, la importancia que eso pueda tener a posteridad, de que nuestros hijos, nietos y demás que se acerquen a la historia de nuestro país, puedan en algún momento encontrar una entrevista transcrita, incluso con estos dibujos escaneados, ya que son parte de las respuestas; eso hay que escanearlo


I: Pero ahora no te los puedo pasar (risas). No te puedo pasar las imágenes… ¿no ves que eso es el trabajo del proyecto de investigación que actualmente me encuentro realizando? Me gustaría hacer un ejercicio: usted es el escritor, usted va a explicar las imágenes, a describirlas con palabras, yo no sé cómo va a hacer, es un experimento también.


F: Entonces quiero que me expliques muy bien lo que allí hay, que eso se vuelva palabra y que quede bien registrado, que de esto podamos hacernos una imagen solo leyéndolo. Entonces, la primera pregunta que tengo es ¿quién es Inty Maleywa?


I: Creo que con las respuestas que van a ir naciendo de tus preguntas, podré ir respondo esa inquietud


F: Está bien


I: Vamos a empezar con la segunda pregunta


F: La segunda es ¿cuál es tu primer recuerdo de alegría?


I: (Suspiro) En la vida se presentan constantemente alegrías y tristezas, así que se me dificulta recordar cual es mi primer recuerdo de alegría. Poniéndome a hacer el ejercicio de pensar cuál es mi primer recuerdo de alegría, me fui a los dibujos para que me ayudaran a recordar cuál contarte, entonces aquí te traigo este dibujo que podría plasmar mis primeros recuerdos de alegría como estudiante en la universidad (lo señala). Antes de explicarte el dibujo, dime qué ves ahí


F: Aquí veo un azadón, veo… me gusta esto de que no se sabe qué género es, si es una mujer, un hombre, me gusta mucho eso: es un campesino, como una categoría que va más allá de esas diferencias. Veo la tierra, veo un pájaro, las montañas, veo un paisaje muy bello y el trabajo de la tierra. Me hace recordar la referencia de los indígenas de Centroamérica a la serpiente emplumada, de la relación de la tierra y el cielo, por la tierra y el pájaro. ¿Qué querías decir vos con esto?


I: Mi primer recuerdo de alegría fue poder entender el país de Colombia. Yo nací aquí en Medellín y fui al colegio, fui a la universidad, pero yo desconocía qué era Colombia a profundidad. Mi primer recuerdo de alegría es eso: es poder haber comprendido que Colombia es netamente de raíces indígenas, por eso aquí (en el dibujo) están los indígenas o las comunidades étnicas y campesinas, somos eso. Tuve la oportunidad de desplazarme a un territorio y poderlo vivir en carne propia, ahí lo logré comprender


F: ¿Cuándo pasó eso?


I: Eso fue en el año 2003. Yo había viajado a muchas partes, pero para comprender realmente todo el contexto, me ayudó haber llegado a un campamento de la guerrilla. Entonces conversar contigo es también, recordar qué fue lo que me llevó allí, a la guerrilla, al espacio donde logre comprender las causas de muchas de las inquietudes que me acompañaban, del por qué Colombia con tantas riquezas y con tanta gente tan valiosa, por qué tanta pobreza; esto responde a la tercera pregunta: sobre el primer recuerdo de tristeza. Pero antes de pasar allí, quiero contarte que esa alegría se acompaña con el haber encontrado que lo que yo hago, el arte, tenía también un mundo inmenso. Este dibujo también representa eso: llegar a un campamento, haber comprendido una parte de la realidad colombiana que desconocía y al haber sentido que lo que hago y amo, el dibujar, tenía un espacio allí, esa es una de mis alegrías El arte siempre tiene y encuentra su espacio


F: ¿Tú llegaste al campamento en el 2003?


I:


F: ¿Cuántos años tenías?


I: Yo recién había terminado la universidad, tenía 22 años… Bueno, hablemos pues sobre la otra pregunta: la tristeza


F: Si, la tercera pregunta es ¿cuál es tu primer recuerdo de tristeza?


I: La tristeza es ver y sentir el abandono real de toda esta gente que vive en los territorios más alejados, o sea, somos estas raíces y todo, pero, ¿por qué esta gente con tanta pobreza y tanto abandono? Y saber que son los que nos brindan la comida con todo el sudor y cansancio que genera el trabajar con la tierra. Pude observar que muchos de ellos no tienen una vivienda digna, por ejemplo, sin agua potable en la casa, sin escuelas, no hay universidades, en conclusión, un abandono total. Esa también es de las mayores tristezas que he vivido y, que además de ese abandono, muchos de ellos defienden y luchan para reivindicar sus derechos. Ver cómo han sido estigmatizados, alejados y en muchos casos, masacrados de una u otra manera, desde el abandono hasta la muerte


F: En estos paisajes que retratas siempre hay una referencia al trabajo de la tierra, a los trabajadores, los niños, ¿qué significaban esas personas cuando veías eso?, ¿qué significaban esas gentes?


I: Logré entender que somos una unidad, pero tan separados. Me explico, comemos lo que muchos siembran, pero no lo vemos ni lo sentimos de esa manera, los hemos alejado, y eso me da mucha piedra, porque al verlo desde esta perspectiva, me di cuenta que andaba engañada viviendo en la ciudad, por parte de los medios de comunicación, de las instituciones, hasta de la familia, porque es lo que les han enseñado y eso te lo van enseñando también. Entonces ese engaño que sentí, también es de las cosas que me motivaron a quedarme en el monte, porque yo dije: “los campesinos e indígenas somos todos, son nuestras raíces, hacemos parte del mismo árbol, no son los asesinos, ni violadores y uno toda la vida engañado, ¡Jueputa! El mundo es otra cosa”. Ya conviviendo con la gente del campo, poder comprender que todos los trabajos se van enlazando, que todos somos una unidad, comprender que maquinan para que nos veamos como “el otro” por allá (lejos), es lo que me da una perspectiva de cómo ver el mundo de otra manera. Yo antes dibujaba mucho los temas de la naturaleza, para hacer la denuncia del daño que le estamos haciendo al planeta, pero fue allá donde me di cuenta que ese daño se está reflejando en todo, en personas que son afectadas constantemente. Por eso he querido plasmar especialmente sus rostros que reflejan ese abandono, esas miradas que también me impactan. En el campo, los trabajadores viven alegres y se ríen, pero en el fondo en sus miradas, en la profundidad de su ser, hay mucha tristeza, mucho dolor, mucho sufrimiento. Un conflicto y una guerra ya transmitida de generación en generación y que ya la llevamos en la sangre


F: Inty, yo no puedo evitar pensar algo: acabas de responder dos de las preguntas que te hice sobre el primer recuerdo de alegría y el primer recuerdo de tristeza, y ambos recuerdos están ubicados por la misma época. ¿Podría decir que vos naciste o volviste a nacer en 2003?


I: Si (risas), porque tocó hasta aprender a caminar y a hablar


F: ¿Cómo así?


I: Si, no ve que yo no sabía caminar en el barro


F: ¿Hay que saber caminar en el barro?, ¿cómo es eso?


I: Claro, yo me caía a cada rato, me ensuciaba toda, mantenía llena de barro. La gente limpiecita, no se caían, caminaban rápido. Entonces me tocó aprender desde eso


F: Toca aprender hasta gateando entonces (risas)


I: Si, un día en una marcha (de las primeras) llegué gateando, literal, yo no aguantaba más. Yo decía: “no voy a ser capaz”, y una muchacha me decía: “Male, vamos, tú puedes”, ella ahí dándome ánimos y, a lo último, ya llegando, me llevaba de la mano. Yo no podía creer que llegáramos… Si, muy duro, porque es que el cemento lo pone a uno como todo inútil y todo enclenque, todas las cosas en la ciudad. Uno acostumbrado a que “¿necesito algo?” voy y lo compro. Allá no: hágalo; si se va a mover hasta un sitio: vaya caminando. Donde yo estaba la montaña es muy húmeda, demasiado húmeda, imagínate toda el agua que puede haber bajo una montaña, son sus venas también. Entonces, se te pegan las botas, se te entierran. A veces, caminando se me salía el pie e iba ya con las medias. A la gente no le pasaba eso, pero a mí sí me pasaba. Bueno, de pronto a otro que llegara de la ciudad también le pasaba. Aprender a manejar todas las herramientas que exigen la vida en el campo: una pala, hacha, machete; hasta a hablar también, porque es un aprendizaje el convivir, sobre todo con personas de muchas partes, una diversidad cultural enorme: tú te puedes reunir con alguien, estamos aquí tomándonos una cerveza, un tinto, o un vinito y luego regresas a tu casa. Pero allá es diferente, son las veinticuatro horas, día y noche conviviendo. Es un gran aprendizaje aprender a convivir con la gente y a trabajar, eso es de lo más bonito


F: Qué fuerte eso de que hay que aprender a caminar, es bien interesante. Inty, ¿recuerdas tu primer dibujo?


I: Ese si no te lo traje porque estaba en un marquito pegado en la pared. Te lo puedo compartir por foto. Lo recuerdo porque mi mamá siempre lo guardó y lo tiene enmarcado. De las pocas cosas que recuerdo cuando era muy niña, es ese dibujo, porque cuando lo hice y lo expusimos en todo el salón, me estaban gozando porque había hecho la luna y el sol juntos. Entonces todos decían: “¿usted cómo va a poner la luna y el sol juntos?”, me estaban haciendo bullying ahí. El dibujo es una montaña con una finquita, las nubes, el sol y la luna, una cosa súper sencilla, creo que hasta con los dedos lo hice


F: ¿Cuántos años tenías cuando hiciste ese dibujo?


I: Debía tener cuatro o cinco años, porque fue cuando empecé a estudiar en el colegio


F: ¿Desde ahí dijiste que ibas a seguir dibujando?, o ¿cuándo nació ese interés?


I: Resulta que yo nombro a mi mamá una de las mejores aseguradoras de mi arte, porque cuando llego ahora, veo que ella tenía un poco de cosas mías guardadas, dibujos y cosas que yo ni me acordaba que había hecho. Y tenía el diario (ese si recuerdo) que mi papá me regaló cuando yo aprendí a escribir, pero no me acordaba qué era lo que había escrito ahí. Al regresar a Medellín, me encuentro con este diario y vi la primera hoja, decía: “Hola diario, aprendí a escribir y te cuento que lo que yo voy a ser es una pintora”. Yo no podía creer que hubiera escrito eso desde pequeñita. Yo creo que escribí eso porque mi mamá pintaba y yo me sentaba a su lado a pintar con ella también. Después ella abandonó esa práctica.





F: ¿Tu madre es artista?


I: Mi mamá es arquitecta, pero ella pintaba. Yo me acuerdo que fue con ella cuando empecé a pintar. En el colegio hubo una época en que me sentí como muy bloqueada, lo abandoné. De vez en cuando me pedían el favor que les hiciera las cartas a los novios, cositas así. Después cuando estaba estudiando en la universidad, volví a retomar eso, pero fue por un amigo que conocí en una exposición de unos dibujos suyos. Ahí, en ese momento no lo conocía a él, conocí primero su arte. Pero fue allí observando su trabajo cuando me di cuenta que había perdido mucho tiempo sin dibujar, que yo debía retomar el dibujar inmediatamente. Me tocó intentar recuperar todo ese tiempo perdido y comencé nuevamente a dibujar y dibujar


F: ¿Tú estudiaste arte?


I: Como carrera universitaria no, ha sido un estudio personal


F: ¿Qué estudiaste en la universidad?


I: Estudié publicidad. El primer año que fue muy gráfico, todo era a mano. Esa carrera en esa época era diferente a la de ahora, porque me tocó hacer una nivelación para entregarme el diploma y el pensum está más enfocado al mercadeo. La parte gráfica, de diseño, la parte de fotografía, la parte de video ya no están ahí como prioritarias. Pero en esa época ese enfoque gráfico me gustó muchísimo, yo digo que me ayudó mucho para lo que hago actualmente


F: ¿Tú terminaste esos estudios?


I: Si, pero no fui por el diploma, no hice los grados. Entonces ahora que lo necesitaba para retomar y continuar estudiando en la universidad, me dijeron que me lo entregaban, pero que hiciera una nivelación. Estoy nivelando


F: Ya estás a la espera del diploma…


I: Si, ya casi


F: Inty, tengo otra pregunta. Ya me hablaste un poco de ese primer dibujo y de otros dibujos de ese segundo nacimiento que tuviste, esos primeros dibujos. Ya has hablado un poco de eso, pero me gustaría que lo hicieras explícito, ¿qué motiva tu arte y por qué esa preocupación por la historia y la memoria?

I: Te contaba ahorita que cuando vi esa exposición con todos esos dibujos, me di cuenta que llevaba mucho tiempo perdido sin dibujar y que debía enfocarme en eso. Comencé porque lo sentía como una pasión o algo que me revolvía por dentro. En esa época me ayudó mucho cuando empecé a trabajar con la Juventud Comunista, porque empecé a participar en varias charlas, estudios, escuelas y ahí uno va comprendiendo muchas cosas de las que me preguntaba y nunca hallaba respuesta o no encontraba quién me diera la respuesta acertada. Al ir estudiando, empezó esa motivación de que ir dibujando, como esa necesidad de ir expresando lo que iba aprendiendo. Después conozco a Juvenal Herrera, que es un poeta y un historiador. Yo participaba mucho en las charlas de él, me gustaban


F: Gran poeta


I: Después él se entera que yo dibujaba y que cargaba mi libretica. Un día lo dibujé y le regalé el dibujo. Él un día se me acercó (no se me olvida) y me dijo: “nunca, nunca, nunca dejes de pintar. Pase lo que pase, nunca”. Yo recuerdo mucho esas palabras. Cuando siento que el tiempo no lo estoy enfocando al arte, o que no estoy preparándome para esa difícil labor, me acuerdo de las palabras de Juve, es como si me hubiera enrutado: “no se te olvide que estás aquí viviendo, y uno siempre debe hacer lo que uno ama, yo no puedo dejar de escribir y compartirlo, yo quiero seguir hablando”. En esa época él me dijo que estaba perdiendo la voz: “Hasta lo último. Cuando pierda la voz, ni así dejaré de hablar”, decía. Después perdió su voz y murió de cáncer en la garganta


F: Terrible enfermedad para un poeta


I: Si


F: ¿Se puede decir que hay una relación entre tu obra y el conocimiento? Es decir, ¿el saber fue lo que te motivó?


I: Si, yo creo que sí, pues en mi vida han ido muy ligados. Cuando llego al campamento tiene que ver también el conocimiento: ir aprendiendo nuevas cosas y encontrar allí un espacio donde podía expresar o plasmar todo eso que estaba sintiendo y viviendo. Sin pensar nunca en que voy a hacer un dibujo para venderlo. Es más, todos los dibujos los fui regalando. Por allá nunca pensé en hacer dibujos y después venderlos o cosas así


F: ¿Alguna vez pensaste que volverías?


I: La verdad yo nunca pensé que iba a regresar a Medellín. Viví unas cosas en unos momentos tan difíciles que yo dije: “nunca más voy a volver”. Es más, cuando estaba el proceso de paz, tampoco pensé que iba a venir a la ciudad


F: ¿No tenías fe en los acuerdos, en que llegaran al acuerdo final?


I: Siempre estuvo esa duda ahí presente, por lo que nos ha enseñado la historia de Colombia, por eso antes de que se diera ese acuerdo, yo nunca pensé en volver


F: Y hete aquí… Inty, justamente después de ese acuerdo final para la terminación del conflicto, ¿cuál es el cambio más significativo que has sentido?


I: Te lo voy a mostrar en tres dibujos. Ya firmado el acuerdo, pero todavía estando en el espacio (transitorio de normalización), es así como me sentía: en este primer dibujo estaba todavía en el espacio, por eso están las montañas, está este árbol que es el guayacán, que es el árbol que siempre he tenido en la memoria, lo quiero mucho, es muy significativo aquí en la ciudad de Medellín. A veces me lo encontraba por las montañas y me traía recuerdos. Entonces es eso, en el proceso de paz era ver esa posibilidad de que podría llegar a Medellín, pero igual me sentía como con una angustia, no sabía qué se venía y cómo realmente se iba a dar ese proceso.

En este otro, el segundo, cuando me tocó desprenderme del espacio o el punto donde estaba porque salí a la tarea de las pedagogías a nivel nacional, me trasladé a la capital, donde me sentía extranjera, sin conocer a nadie. Aquí en ese dibujo ya no están las montañas, continua el árbol guayacán, al que estoy adherida y con raíces.

En este tercer dibujo, está todo ese sentimiento de angustia, estoy allí casi sin piso. En el fondo se ve todo amarillo, no sé por qué lo hice con ese color, fue inconscientemente, a lo mejor también recordando al guayacán. Mis zapatos los hice muy grandes, estaba angustiada, pero con los pies firmes y seguros. Este dibujo refleja no estar físicamente con la gente y los aprendizajes que nos acompañaron por 15 años. Se podría decir que me sentí casi al borde de la muerte, fue de las cosas más duras. En la guerra viví cosas muy horribles, pero de verdad que esa incertidumbre y luego ver las cosas como se fueron dando en el proceso, van pasando por la mente muchas preguntas, por ejemplo: ¿nos equivocamos? o ¿nos traicionaron? Todos esos cambios drásticos me movieron mucho el piso, muchas dudas. Todo eso quise manifestarlo en este dibujo, por eso lo pinté así. Ya este dibujo, el cuarto, es más reciente: la verdad es que estar estudiando me ha ayudado, siquiera apareció alguien en mi vida que me dijo “estudie”, y pude escoger estudiar lo que a mí me gusta, y mira que ya pude transformar esta cosa tan horrible así (2)





F: ¿Qué hay aquí?


I: Aquí está mi retrato con una jata de Kurdistán, reflejando lo que soy, no puedo ocultar mi historia. De mi rostro se ven los ojos, están allí, porque desde el momento en que se firmó el acuerdo, ya saben quién soy yo, tienen toda mi información, antes clandestina, ahora eso se esfumó, imagínate todo lo que dejé, ser anónima, para ya tener una marca. Pero me toca aceptar eso, es un proceso, saben quién soy, pero yo tengo el arte. Siquiera tengo el arte. A veces me pongo a pensar: ¿y alguien que todavía no sienta qué tiene? Yo siquiera tengo el arte y con el arte toca volver a darle vida a todas esas memorias para que no se pierdan, porque el combate continúa y, para mí, mi lucha continua de mano con las artes. Actualmente que retomo los estudios, he logrado verlo de esa manera. Para la pregunta de cuál es el mensaje a los jóvenes: es eso, el mensaje es que el combate continúa y cada quien desde lo que aporta, debe buscar su manera de cómo hacerlo, y de cómo canalizarlo para unirnos. Habrá algunos que se creerán muy tesos porque fueron guerrilleros y yo no lo veo así, porque a todos nos ha tocado durísimo. Lo que yo viví aquí, lo ha vivido muchísima gente en Colombia, ¿cuánta gente no la han desplazado y les toca irse para un barrio donde no conocen a nadie y empezar desde cero? Antes yo de buenas que llegué y encontré la posibilidad de poder estudiar lo que me gusta. Entonces, han sido muchas luchas de todos los colombianos, en diferentes escenarios, y cuando comprendamos que todas esas luchas son las mismas y las sintamos así, podremos llegar lejos. En lo que también debemos enfocarnos es en esas memorias que no las podemos olvidar, para que aprendamos de nuestro pasado. Todo esto que vivimos toca evocarlo y darle vida, es lo que tenemos, la historia. En resumen, la secuencia de los dibujos quiere reflejar el pasar de un sistema donde no pensaba en lo individual sino en el colectivo, a vivir en un mundo que prima el individualismo


F: ¿Cómo has sentido esos cambios?


I: Durísimo, porque mira que yo trabajaba pero era para todos. Por ejemplo, en las mañanas íbamos varios para hacer los sanitarios, varios huecos bien distribuidos, unos para las mujeres, otros para los hombres, hacíamos una especie de puerta, una estructura hecha con hojas y varitas de madera, y eran los sanitarios para todos. No pensábamos en hacerlo individualmente. ¿La comida? Se buscaba para todos, nos rotábamos en la cocina y lo mismo para todos. Pero, ahora te encasillan de que todo lo que hagas sea para uno y que no pienses colectivamente y eso sí que es duro, aterrizar nuevamente a un sistema que lo que impone es el individualismo


F: Eso es negativo…


I: Sí, pero viví de otra manera, pensando en colectivo, ahora ya sé que ese camino del individualismo no es. Me toca desde mi arte ver cómo explicarles a estos jóvenes, a estos niños que vienen, que ese no es el camino, porque pensando en uno solo y buscando hacer las cosas solos, todo es más difícil, es mejor estar unidos


F: Tengo otra pregunta sobre la “vida del monte” y la vida de la ciudad, que ya vienes respondiendo sobre eso, ese individualismo que hay en la ciudad a diferencia de ese espacio donde estabas. Entiendo que actualmente eres estudiante de artes, ¿cómo ha sido esa experiencia en la universidad?


I: Al principio se me dificulto mucho, tanto que pensé que tendría que salirme


F: ¿Qué estudias?


I: Artes… Me ha ayudado y me ha gustado mucho porque allí estudiamos sobre música, teatro, performance, todas las artes, así que se me ha abierto el mundo en esta rama sobre cosas que yo realmente desconocía. Cuando llegué y me pusieron a leer un montón de documentos, cada documento de cien o doscientas páginas y no entenderlos, qué preocupación me entró. Yo dije: “qué embalada la que me metí” (risas). Me tocó empezar a buscar palabra por palabra, buscar a quién se refería, leer, para no atrasarme en las clases. Fue muy angustioso no entender y además escribir las reflexiones sobre lo leído. En estos días volví a leer un escrito que hice en los momentos de mayor confusión y ahí reflejo todo ese desorden que tenía en la cabeza, me dio mucha risa. Pero después, poco a poco, fui comprendiendo. Todo estos sentimientos que experimenté, me recordaron cuando estudiábamos en el monte, recalcaban la importancia de enseñar con un lenguaje sencillo, nos decían: “cuando estén al frente en un aula hagan el ejercicio de hablar con un lenguaje que todos entiendan”, porque había mucha gente de diferentes lados, algunos no habían ido nunca a un colegio, otros apenas estaban aprendiendo el español porque aún hablaban en su lengua


F: ¿Cómo ha sido relacionarse con los demás, esos otros que no son de tu comunidad, sino un montón de individuos individualistas?


I: Cuando llegué a Medellín, muchos me preguntaban que yo de dónde era, por la forma de hablar, porque en 15 años por fuera perdí el acento paisa: “¿usted de dónde es? De Perú, Venezuela…”. Imagínate, hasta cambié la forma de hablar. A veces, hablo con gente y no saben quién es uno. Después de pronto se enteran, que es lo que ha pasado cuando ya está uno en espacios más frecuentes o, por ejemplo, cuando me toca hablar del proyecto de investigación que estoy realizando y me preguntan: “¿cómo así que usted tiene fotos de un campamento?, ¿por qué?” y yo: “porque yo viví ahí”. Se asombran y después disimuladamente van y le preguntan cosas a uno


F: ¿Has sentido algún tipo de discriminación?


I: No tanto, pero si me ha pasado, o sea, se han apartado de mí, han cortado comunicación conmigo porque yo fui guerrillera A lo mejor por temor, o por cuestiones familiares también. Me enteré de un caso de alguien que le dijeron: “que esa muchacha no venga aquí a la casa”. Otro día fui a la casa de alguien que me invitó y después me dijo que nos teníamos que ir. Luego me explico que le estaban poniendo problema, porque me habían reconocido


F: ¿Estudiando te ha pasado eso, has sentido ese tipo de discriminación?


I: Hasta ahora no, no he sentido. Pero sabes, en un evento sí, ya que tocas ese tema: era un evento donde llegaron supuestos intelectuales del arte, que tienen dizque “mente abierta” y dijeron en una charla que era imposible que un guerrillero o guerrillera fuera artista


F: ¿Entonces tú qué eras?


I: Pues alguien se me acercó y me dijo: “la mejor respuesta que diste a ese comentario es ese pocotón de dibujos que tienes, los dibujos se encargan de responder que si es posible que un guerrillero sea un artista”


F: Inty, quisiera cerrar esta entrevista con un mensaje que le quisieras enviar a los jóvenes de este país, a los lectores de Cosmogonía o a los jóvenes en general. Si tuvieras la oportunidad de llegar a cada oído de ellos, ¿qué les dirías?


I: Refuerzo lo que estaba diciendo ahorita… Que le lucha continúa. Cuando todos sintamos que en todas las luchas somos lo mismo, ahí vamos a avanzar mucho más y, que cada quien, desde su labor, busque la manera de cómo aportar. Necesitamos de todos, todos los aportes en todos los aspectos. De la parte de la historia, el trabajo con la gente, el arte, la ciencia, la tecnología, todas las ramas en general. Los pueblos deben aprender, conocer y dominar todos esos conocimientos. Poder sentirnos en la misma lucha para que no nos sintamos como por allá cada grupito en su camino aparte, porque todos somos lo mismo y luchamos por lo mismo.


F: Inty, muchísimas gracias. Quiero agradecerte mucho estas palabras, compartir parte de tu trabajo, gracias.


Notas:

Con motivo de los acuerdos de paz, las FARC se ubicaron en 23 “zonas veredales transitorias de normalización” donde se mantendrá presente la institucionalidad y en 8 pequeños “puntos transitorios de normalización” en los cuales se realizó la dejación de armas de esta guerrilla.


Inty señala tres dibujos que los tiene reservados para su trabajo de maestría.





***




*Este texto hace parte de la Revista Cosmogonía. (2018). Núm. 11. pp. 10-16.
**Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad de Antioquia. Miembro del Comité Editorial de la Revista Cosmogonía.


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