top of page

Maestro y vulnerabilidad


Pizarra

Por Catalina Montoya, Sebastián Aguirre y Sara Gutiérrez


¿Qué tan diminutas podrán ser esas voces que casi se difuminan en el ajetreo de la cotidianidad? Llegan a ser tan silenciosas esas voces que desaparecen con sólo el reloj marcar un segundo más.


Son realmente voces calladas, selladas por la ignorancia del conflicto motivado por unos intereses particulares que, a decir verdad, no benefician a ninguna población. Éste irrumpe el silencio de la conciencia, enceguece los ojos a la verdad, paraliza las palabras que domina el amor y tortura el alma sin desprecio.


Aparecen niños, nacen los sobornos, y al parecer, son hijos de la guerra, criados entre disturbios, alimentados por el temor y arriesgados a ir en busca de lo que llamarían el paraíso. Es un conflicto cobarde, no mide sus actos y se enfrenta de la peor manera: escondidos entre arbustos, huyéndole a la paz y amedrantando unas víctimas, que a fin de cuentas, terminan padeciendo en una dicotomía entre amar u odiar, perdonar o vengar, perseverar o abandonar e incluso reclutarse o huir.


Así, las filas crecen, la población desaparece, los derechos son violados, la educación se aliena con fines bélicos, y los más débiles terminan siendo los culpables por un Estado que los judicializa a años, acribillándoles en la culpa a la cual fueron sometidos injustamente.


Otros tantos, corren a las urbes, dejan en ruinas su herencia y se impregnan en el desacierto de la supervivencia, así, adhieren a sus vidas nuevas formas de subsistir. Césped por asfalto, aire por humo, tranquilidad por incertidumbre, animales por dinero y una dosis de desintegración familiar. No obstante, nunca fueron los culpables de soportar enorme tragedia. Han sido obligados a desprenderse de su casa y quedar descubiertos a la intemperie de la vida misma.


Alzarán sus voces, susurrarán, murmurarán pero pocas veces serán escuchados, o les serán creídas sus elucubraciones.


Por nuestra parte, nos detenemos a escuchar, las imágenes pasan por nuestros ojos y nuestro corazón se estremece. Nos insertamos en una realidad ajena, agrietamos esa burbuja de cristal en la cual hemos permanecido encerrados por tanto tiempo y nuestra mente se fragmenta a lo que antes había sido. Bombardeados por el ambiente, quedándonos atónitos a las situaciones de la vida real, vamos creyendo que es cierto para lo que hemos sido llamados.


Un llamado manifestado a través de pequeñas voces, que van apareciendo a cada instante. De esta manera, vamos descubriendo lentamente cómo nos hemos estado formando, cómo nuestros dones van saliendo a la luz y vamos encontrando que nuestra pequeña voz está naciendo para servir y cuidar del otro.


Anhelamos que esa pequeña voz no sea apagada ni mutilada a lo que nos cuestiona la verdad, que sea un faro que ilumine el camino de cientos que navegan en la profundidad, golpeados por la fuerte marea y el intenso clima; y sirva precisamente para desnudar la realidad.


Somos bienvenidos a un mundo irrazonable habitado de seres dotados de razón, a un mundo de la paz por medio de la violencia, especialmente en los países latinoamericanos invadidos por guerras innecesarias para vivir. Somos bienvenidos a la guerra, ya no de unos contra otros sino de todos contra todos. Y finalmente, somos bienvenidos a la violación de los derechos humanos. Pero, NO somos bienvenidos a donde no se hace nada para evitar la guerra y somos re-bienvenidos a donde se cree más allá de los límites, donde es posible Ítaca (Ítaca, Constantino Cavafis). Hablamos por consiguiente, de un maestro preguntándose por la guerra, por cuántos y cómo sufren por ella; de las causas y sus consecuencias. Y por ende, ser seres que guían y ayudan para resbalar la cifra de toda esta invasión. La educación unida con el arte y la acción humana engendrarán grandes medios para colonizar el “comprender el mundo (desde los campos hasta las ciudades), vivirlo y transformarlo”.


Se nos hace increíble escuchar 5.093 como la cifra de niños reclutados por las FARC. Se nos hace aún más increíble escuchar una cifra más alta de jovenes reclutados por el Ejército Nacional de Colombia. Ninguno de los dos grupos tiene justificación, los dos poseen el mismo fin: la guerra. “Esta práctica es una forma de esclavitud, un delito, una clara violación a los derechos humanitarios” pronuncia Diego Malano, director del ICBF. Se observa entonces, una sociedad gobernada por locos; deducción que tal vez haría Schopenhauer cuando dijo: “la locura es causa de la pérdida de memoria”, es decir y como concluye William Ospina, “esta sociedad está loca porque ha olvidado su historia” y según concluimos nosotros, porque igualmente se ha olvidado la humanización.

“El maestro tiene que resistir y saber que el cambio es posible”. La pedagogía es cuestión de amor, se ha llenado el mundo de personas pero no de humanos, se ha llenado el mundo occidental de oportunidades pero no de victoriosos y arriesgados, se ha llenado el mundo occidental de economía pero no de compartir y ayudar, se ha llenado el mundo occidentalde violencia y discriminación pero no de paz, solidaridad, equidad, se ha llenado la escuela de instrucción pero no de formación ni humanización. La indiferencia tiene que quedar atrás, palabras como: “eso no me toca a mí”, no caben en nuestra esfera. No más insensibilidad hacia el otro, hacia su realidad, no más conocimiento abstracto transmitido como una verdad inmutable, no más enseñanza farisea llena de teoría pero vacía de vida. Más formación integral, mas innovación en el amor a la educación, a los niños, a la escuela; más conciencia del otro. Más presencia de una enseñanza transformadora de pocos pero más adelante transformadora del mundo. Hay realidades esperando por nosotros, para nosotros y en nosotros. Vemos así, la relevancia de la ética del cuidado del otro en tanto cuerpo como alma, velando y llevando a lograr los sueños de los aprendices con la dote de la motivación: “Maestro como guardián de la utopía”.


Analizamos así, que tenemos varios caminos que recorrer directo a la transformación; uno de ellos es la investigación-acción-participación, y muchas más formas de investigación que lleven a la acción, por consecuente al cambio. “La investigación hace parte del que hacer del maestro, en el sentido que se sitúa como sujeto que problematice la cotidianidad y se ubique como transformador de una realidad que no es inalterable”. La investigación es la búsqueda de preguntas y además de posibles soluciones; debe ser inherente al maestro ayudar a buscar salidas a los laberintos. Rehacer, repintar, redibujar, reeducar, añadiendo re-esperanzar el mundo, es la tarea que Freire nos ha dejado con su poder de la palabra mediada por el poder de la sensibilidad. La educación como práctica de la libertad para formar sujetos capaces de perpetuarse de manera crítica y digna.


Educación de “todo para todos” como expresaría Comenio, ¡PARA TODOS! Educación para el oprimido, comprendiendo su importancia en ser incluido en la sociedad por el grado el valor que tienen sus pasiones, sus deseos, sus sentimientos; igual que los de todos. Y por tanto, el maestro entenderá la significación que trae respetar a su educando y tocarle sus sueños… sus miedos. Por consiguiente, maestro y educando son dos, distintos, pero con la misma labor enseñar y aprender, vivir y transformar. La alegría y la esperanza las dos armas para la paz.


De esta manera podemos reconocer el inacabamiento del otro, es decir, el otro como un ser condicionado que está en construcción, aceptando su identidad cultural, su autonomía, llevándose el uno al otro a la aprehensión de ellos mismos y del entorno.

Concluimos con la frase de Hector Abad Faciolince: “Saber que estamos contribuyendo a hacer un mundo mejor, debe ser la máxima de las aspiraciones humanas”, invitando a caminar, caminar y caminar hacia Ítaca. A caminar por la aventura, por el conocimiento, por las preguntas. A caminar para preparar el corazón, un corazón que no necesita dinero, necesita riquezas para el espíritu. Ítaca es nuestro fin, por ella podemos caminar, destrozando a pandora, la del mal en cantidades.


La que te lleva al poder de la palabra para luego transmitirlo, la que te lleva al poder de la reflexión para luego ocasionarla. Sabrás por derivación que nuestra Ítaca es la revolución de mentes que generen amor, que acepten la diversidad; dejar de cargar dentro de nosotros corazones de máquinas y reemplazarlos por corazones de Humanidad, como nos lo propuso hace mucho tiempo Chaplin.


Centrados aquí en una Ítaca en y para los niños. Cuanto nos duele verlos en guerra sea interior, sea exterior, verlos llorar alejándose de sus Ítacas, de su posibilidad de sonreír.

Indagamos igualmente, al observar al hombre el ¿Cómo y para qué el ser humano ha alcanzado la guerra?... Privilegiados en un sistema solar como único planeta con vida y se tuvo que crear el dinero que ha ocasionado la guerra procediendo a la pobreza, por resultante, a la vulnerabilidad.


Deberíamos de reconstruirnos de nuevo, reconstruir nuestras mentes para cuidar la existencia de todo en cuanto ha dado vida Pachamama.


Por eso, maestros, padres, estudiantes debemos luchar por nuestra Ítaca que pensamos también es su Ítaca. Es un proceso arduo en que cada cual juega un papel, pero con un mismo fin: la esencia humana, el amor.


“Habrán dicho que soy un soñador pero no soy el único” y cuando somos todos bajo el mismo sueño, es porque debe hacerse realidad.

18 visualizaciones0 comentarios
bottom of page